STAN GETZ & CHET BAKER - LA CRÓNICA DE UN DESENCUENTRO
En el año 1983, el saxofonista
Stan Getz y el trompetista Chet Baker, se unieron para una gira de 35 conciertos que les llevaría por diversas ciudades de Europa para finalizar en Arabia Saudita. Esta es la crónica de aquel desencuentro.
Dos personalidades difíciles. Dos
grandes artistas, pero también dos seres humanos dominados por sus adicciones:
la heroína para Baker y el alcohol en el caso de Stan Getz en la época de estas
grabaciones. Pero Stan Getz, siempre antepuso la calidad de su arte a todo lo
demás, mantuvo una fructífera carrera profesional sin dejar que la hecatombe
que fue su vida privada, se reflejara en su música. Chet Baker no lo
consiguió y su vida arruinada, destrozada por su brutal adicción, deterioró su
salud de forma dramática y se reflejó a menudo en su música. Aquí estaban de
nuevo juntos. Nunca se llevaron bien. Sus anteriores encuentros no habían sido
precisamente amistosos. Todo contribuía al desencuentro: la forma de vida de
Baker, los celos de Getz hacia la reacción entusiasta que el público europeo
ofrecía hacia la música de Baker, que él, sin suda, consideraba de escasísima
calidad.
Tal vez bromeando sobre esta
cuestión, el pianista Jim Mcneely atribuye la incompatibilidad entre los
músicos a un “conflicto de adicciones”. Especula el pianista que si ambos
hubieran sido adictos a la misma sustancia, sus relaciones habrían sido mucho
mejores. La gira había comenzado con muchas condiciones previas exigidas por
Getz: dormirían en distintos hoteles, pasarían por separado las aduanas y solo
se reunirían en el escenario para interpretar un número limitado de
composiciones, el resto del repertorio lo interpretaría en solitario, cada uno
de ellos, con la rítmica de Getz, que acompañaba a esta extraña pareja: Jim
Mcneely al piano, George Mraz al bajo y Victor Lewis a la batería. La clase de
formidables músicos con los que habitualmente sabía rodearse Getz. La gira
acabaría mal, ya lo sabemos.
Eran 35 actuaciones, en varios
países europeos y en Arabia Saudita. Por suerte las apariciones del conjunto en
Estocolmo y Baerum (Noruega) fueron registradas por emisoras locales y mas
tarde editadas discográficamente. Actualmente la noche del 18 de febrero de
1.983, se recoge en el álbum triple de Verve “The Stockholm Concerts” y la
velada de día siguiente, se publicó por Concord en dos álbumes con el
nombre de "Quintessence". Además el concierto de Estocolmo, registrado en video, fue publicado hace algunos años. Así que podemos disfrutar y analizar en
profundidad la música que produjo este breve encuentro entre dos caracteres
incompatibles. Una fuerza irresistible contra un cuerpo inamovible. Así se
puede definir la interacción entre ambos músicos. Sobre el escenario Getz no
puede ocultar su desden e incluso desprecio hacia el trompetista, al que en
todo momento intenta eclipsar. Sin embargo el genial saxofonista
observaba impotente como la mera aparición del desaliñado y triste
trompetista en el escenario, provocaba una fervorosa reacción del público que
pasaba por alto los constantes errores e imperfecciones técnicas que plagaban
sus interpretaciones.
Chet era un mito idolatrado. En
cambio los solos casi perfectos de Stan Getz, en la cumbre de su carrera y de
su prodigiosa creatividad, con su maravillosa sonoridad aterciopelada, eran
acogidos con indudable entusiasmo, pero sin la ferviente vehemencia que
recibía el trompetista. Algunas de las miradas de Getz hacia Baker durante los
solos del trompetista, inmortalizadas en las fotografías y el video del
concierto de Estocolmo, describen sin palabras los sentimientos del
saxofonista. Pero aquí en los escenarios Estocolmo y en Baerum, es difícil
adivinar las tensiones entre ambos.
Getz, como siempre, se encuentra
en magnífica forma, Baker, está en uno de los mejores momentos de ese largo
otoño de su existencia. Aún cuando su música muestre en ocasiones una mas que
dudosa calidad técnica, resulta siempre emocionalmente conmovedora y, por otra
parte, es adorado por el público europeo.
Los encuentros entre ambos, sobre
el escenario, ofrecen un resultado agradable, y a menudo de gran nivel musical
en temas como I´m Old Fashioned, My Ideal, e incluso en algunos tiempos rápidos
en los que Baker podría encontrar mas dificultades como en el tema de
Gillespie, Dizzy Atmosphere, Airegin o I´ll Remembre April. En ambos conciertos
Getz ofrece una maravillosa versión de la balada We´ll be together again,
especialmente hermosa en la velada noruega y por supuesto no falta la siempre
exitosa versión de Baker sobre el clásico My Funny Valentine, su caballo de
batalla desde los años cincuenta y que pertenece en propiedad por partes
iguales a Baker que la versionó en incontables ocasiones durante toda su carreta
musical y al trompetista Miles Davis que la mantuvo en su repertorio hasta la
llegada de su etapa eléctrica. Como si de un cruel sarcasmo se tratara en los
dos conciertos se unen los músicos en el escenario en el tema Just Friends.
Por desgracia, esa
combinación de envidia y rechazo en lo personal y lo artístico, envenenaba a
Getz, y al fin estalló poco antes de que el conjunto viajara a Arabia Saudita,
al descubrir que Baker había preparado un buen cargamento de sustancias para su
estancia en el país árabe. Getz llamó al representante de Baker, Wim Wigt y
lanzó un ultimátum: Baker o yo. Así que Baker, cobró la totalidad de los
conciertos contratados y abandonó la gira. De está forma finalizó este último
encuentro entre estos artistas. Su música conservada en estas históricas
grabaciones aúna el brillo del arte de dos de las mas destacadas estrellas del
jazz de todas las épocas y la morbosa atracción que ofrecen los aspectos mas
oscuros de sus espíritus atormentados, resultando finalmente imprescindibles
para los seguidores de ambos músicos.
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