FRANCIS ALBERT SINATRA Y ANTONIO CARLOS JOBIM: CAMINOS CRUZADOS
En el año 1967 Antonio Carlos
Jobim y Francis Albert Sinatra, se reúnen en un estudio de grabación de Los
Angeles para escribir una de las obras maestras de la música del siglo XX. Ésta
es la crónica de aquel encuentro. Es un largo artículo, inadecuado para un
blog, lo sé. Pero te invito a leerlo con calma, mientras escuchas su música
inmortal, tal vez en la buena compañía de una copa de Jack Daniels con hielo.
Sinatra lo hubiera querido así...
SUCEDEU ASSIM
Corre el año 1966, cae la tarde
en la playa de Ipanema, en Rio de Janeiro. En el Bar Veloso, el compositor
brasileño Antonio Carlos Jobim toma una copa con algunos amigos. Desde hace
algunos años, este genio carioca vive a caballo entre Estados Unidos, donde
desarrolla una pujante carrera musical y su ciudad natal, Rio de Janeiro.
La música de Jobim y en general
la bossa nova brasileña que ha nacido apenas cinco años atrás en las playas
cariocas, ha causado furor en el mundo entero. Decenas de músicos de jazz, han
incorporado a su repertorio las melodías brasileñas. En concreto, el
saxofonista Stan Getz, se ha convertido en el abanderado del movimiento en
Estados Unidos con sus discos grabados para Verve y producidos por Creed
Taylor. El álbum Getz-Gilberto, registrado en el año 1963 y en el que el propio
Jobim ha jugado un papel decisivo, ha obtenido un rotundo éxito y se ha aupado
durante meses a los primeros puestos de las listas de éxitos. Ahora, en el año
1966, la marea de la bossa nova, parece comenzar su retroceso, pero ni mucho
menos ha remitido. Sus ecos todavía resuenan en las salas de baile del todo el
orbe, en las emisoras de radio, en los estudios de grabación. La bossa nova
sigue presente. Incluso algunos de los
nuevos artistas de la segunda oleada de la bossa nova, como Marcos Valle,
intentan por aquellos entonces abrirse camino en el mercado norteamericano. En
cualquier caso los discos de Jobim, siguen siendo un éxito porque su música
está destinada a trascender de la pura bossa nova, para convertirse en un
fenómeno musical intemporal que le convertirá, a la postre, en un mito de la
música del siglo XX y en un artista querido y respetado por el público
norteamericano, hasta el fin de sus días.
Pero aquella tarde en el Bar
Veloso, esas páginas de la historia todavía no se han escrito y el futuro de Jobim
aún es incierto. Algunos éxitos, le han hecho popular en el mercado americano,
pero hay que seguir luchando y abríendose camino en aquella selva impenetrable.
El teléfono suena y un camarero
lo atiende. Un gringo pregunta por el Sr. Jobim. El músico, incrédulo e
intuyendo alguna broma, coge el auricular, pero la voz que escucha y el inconfundible
sonido de la conferencia internacional despeja cualquier duda. Es Frank
Sinatra, en persona. La más grande personalidad de la música y del cine
norteamericano de la época, está al otro lado del auricular. Como si se
conocieran de toda la vida, le cuenta que ha llamado a su casa, y que le habían dado el
teléfono del bar Veloso. Sin andarse por las ramas, le dice que quiere grabar
un disco con él. Le pregunta si está dispuesto a viajar a Los Angeles para
comenzar los preparativos del proyecto. Que él corre con todos los gastos. Jobim, atónito, solo acierta a decir: Por supuesto, a tus órdenes...
Sinatra también pregunta a Jobim
si le acompañará a la guitarra en la grabación. Eterna condena del músico
carioca. El público norteamericano asocia la imagen de latin lover de Jobim, con la guitarra y lo bien cierto es que,
desde niño, es un pianista. Con el piano lleva muchos años ganándose la vida. Y
aunque también es capaz de tocar la guitarra de forma competente, lo bien
cierto es que cualquier otro lo haría mejor. Pero la verdad es que ya ha tocado
la guitarra en otras grabaciones anteriores y todavía lo hará en algunas que
están por venir, así que, a la pregunta de Sinatra, Jobim contesta, que él es
un pianista, pero que le acompañará a la guitarra. No se le puede decir que no
a Sinatra.
Jobim cuelga el teléfono y cuando
cuenta los sucedido a sus expectantes amigos, no se lo pueden creer. Sinatra,
La Voz. Un hombre que lleva décadas triunfando en el mercado musical y
cinematográfico norteamericano y por ende, del mundo entero. Una personalidad envuelta en la leyenda y en el glamour. Un hombre respetado, temido y
adorado, llamando por teléfono al Bar
Veloso.
En aquel momento de entusiasmo y
sorpresa, tal vez Jobim no puede comprender las implicaciones de aquella
llamada. Que el propio Frank Sinatra esté dispuesto a compartir
un disco entero con el artista brasileño, un nombre al lado del otro en su
portada, significa que Jobim pisa firme
en el mercado norteamericano. Es cierto que las melodías del maestro son las
favoritas del público. Las canciones de otros compositores como Roberto
Menescal, Carlos Lyra o Luiz Bonfá, son también apreciadas, pero las de Jobim juegan
en otra liga.
El tema Desafinado,
compuesto por Jobim y su parceiro Newton
Mendonça, puede ser considerado el primer gran éxito de la bossa nova
en Norteamérica, gracias al álbum Jazz
Samba, grabado por el guitarrista Charlie
Byrd y el saxofonista Stan Getz, en
1962. Y ello por no hablar de otras canciones como Chega de Saudade, Samba de Uma Nota Só, Corcovado y por supuesto el
gran hit del álbum Getz-Gilberto, Garota de Ipanema, The Girl From Ipanema, en su versión
anglosajona. Todas ellas, melodías encantadoras que seducen a los oyentes con
aquella irresistible atmósfera romántica y tropical.
LA PRIMERA VEZ
No hay tiempo
que perder. Sinatra ha mandado llamar a Antonio Carlos Jobim y hay que hacer
las maletas de inmediato. A principios del mes de enero de 1967, Jobim aterriza
en Miami y pronto sigue camino a Los Angeles para comenzar los preparativos. A
pesar de la inapelable autoridad de Sinatra, el compositor brasileño, consigue
arrancarle dos concesiones que él considera indispensables para el buen fin de
la grabación:
En primer
lugar, el arreglista de la sesión debe ser el alemán, afincado en Estados
Unidos, Claus Ogerman. Ogerman es la
elección lógica para Jobim. Cuando el
maestro en 1963, recibe la oferta de grabar su primer álbum en Estados Unidos,
recurre al productor de Verve, Creed
Taylor, pidiéndole consejo para encontrar un buen arreglista para sus canciones.
Taylor recomendó a Ogerman, aunque Jobim quedó espantado al saber que era
alemán: Va a convertir mi música en una marcha de banda prusiana, comenta
humorísticamente el compositor. Los temores son infundados, porque Ogerman supo
comprender y expresar en sus arreglos, como ningún otro, antes o después, la
naturaleza intemporal de la música de Jobim, arropándola en un aura de sutileza
y elegancia casi irreales, contribuyendo de forma decisiva a crear aquella
deliciosa sonoridad de los álbumes americanos de Jobim. El resultado es el
álbum de 1963, The Composer of Desafinado
Plays. El disco es un éxito y el compositor queda encantado con los
arreglos de alemán. Para su segundo disco americano, The Wonderful World of Antonio
Carlos Jobim, de 1964, la discográfica Warner pone a su disposición nada menos que a Nelson Riddle, el arreglista favorito del propio Sinatra. Los
arreglos son buenos, pero no agradan del mismo modo a Jobim, que los
encuentra demasiado cálidos, con excesiva presencia de metales. Es el estilo
swingueante que tan bien funciona en los álbumes de Sinatra y otros artistas
americanos, pero que no acaba de encajar con la delicada música de Jobim. Así
que, para su segundo álbum para Warner,
A
Certain Mr. Jobim, el arreglista vuelve a ser Ogerman, que se convirtió
en un buen amigo de Jobim y en su arreglista de referencia.
Ahora llega
la hora de la verdad, un álbum con Sinatra, pero no será ésta la última vez que
trabajarán juntos. Poco tiempo después Ogerman se encarga de las partituras del
álbum Wave de 1967, producido también por Creed Taylor y finalmente
también se hace cargo de la batuta en el disco doble, Terra Brasilis en el año
1981, que se puede considerar, de algún modo, como una suerte de despedida de
Jobim de su etapa estadounidense. De esta forma, Ogerman, queda vinculado, no
sólo a a la música de Jobim, sino en general a la música brasileña, arreglando también
el álbum de Joao Gilberto, Amoroso en el año 1976 e incluso, en
fechas tan recientes como el año 2009,
el disco de Diana Krall, Quiet Nights.
Claus
Ogerman se encuentra entonces en Nueva York y más que dispuesto a incorporarse
al proyecto, así que poco después viaja a Los Angeles y trabaja con Jobim en
las habitaciones del Beverly Hills Hotel.
La
segunda reivindicación del maestro carioca, tiene que ver con un elemento tan
sustancial en la música brasileña como es el ritmo. La batida rítmica de la
bossa nova es algo nuevo y delicado que por aquellos entonces sólo dominan los
percusionistas brasileños. Un ritmo sutil, una evolución ligera del ritmo del samba
brasileño, que se combina armoniosamente con la propia batida de la guitarra
desarrollada por Joao Gilberto. Para comprender la relevancia de los aspectos
rítmicos en este nuevo estilo musical, basta comparar el primer gran álbum de
bossa nova grabado en Estados Unidos, el mítico Jazz Samba en el que el
guitarrista Charlie Byrd y Stan Getz con una rítmica totalmente
americana, presentan al público estadounidense, las maravillas de las melodías
de la bossa nova. En aquella época, el álbum fue un rotundo éxito, aún cuando
la rítmica, intentaba emular sin demasiado éxito, la delicada urdimbre del
ritmo brasileño. Cuando el propio Stan Getz, grababa apenas un año después, el
mítico Getz-Gilberto, la rítmica de Joao Gilberto a la guitarra y de Milton Banana a la batería, ponía las
cosas en su sitio. Eso era bossa nova...
Por eso Jobim,
teme que un batería norteamericano, totalmente competente en el ámbito del jazz
o de la música pop, pueda arruinar su música, con espurios ritmos latinos. Así
que reclama la presencia del batería Dom
Um Romao, que por aquellos entonces vivía en Estados Unidos, apovechando el
boom del movimiento bossa nova. Jobim le manda llamar desde Chicago y el
batería acude presuroso llegando justo a tiempo para la grabación. Romao garantiza para Jobim el pleno respeto a
los esenciales aspectos rítmicos de su música y en general, de la bossa nova.
Pero
sigamos nuestro relato donde lo habíamos dejado. Jobim se encuentra nuevamente
en Estados Unidos, pero no puede contactar con Sinatra que pasa algunos días de
descanso en Barbados. No obstante el cantante ha dejando instrucciónes de que
se traslade a Jobim a Los Angeles donde se alojará, junto a Claus Ogerman, en
el Beverly Hills Hotel. La
discográfica Reprise, corre con todos los gastos.
Algunos
días después la primera reunión entre ambos artistas, se produce en la sede de Reprise Records, la discográfica que el
propio Sinatra había fundado a principios de los '60 y que ahora esta en poder
de Warner, a la que el cantante ha
vendido la empresa junto con todo su emporio de Las Vegas. En cuanto al
repertorio, tras un cierto tira y afloja, queda establecido que se compondrá de
siete temas de Antonio Carlos Jobim, los mas conocidos y populares para el
público norteamericano y otros tres temas, del songbook americano, adaptados al ritmo bossa nova.
EN EL
ESTUDIO
Dia 30 de
enero de 1967, Werner Western Sound
Studios de Los Angeles. Prohibido el paso a cualquier persona ajena a la
grabación. A pesar de estas medidas tan restrictivas, el productor brasileño Aloysio de Oliveira, consigue un
salvoconducto para él mismo y para Tereza la esposa de Jobim, que acceden al Sancta Sanctorum.
En la
cabina de grabación se encuentra el productor de Sinatra, Sonny Burke, así como el
co-productor Ray Gilbert, amigo de
Jobim y responsable de de la adaptación al ingles de algunas de sus
canciones. Otras ya habían sido adaptadas con anterioridad por Norman Gimbel o
por Gene Lees, también presente en el estudio de grabación y algo desilusionado
porque el tema Desafinado, de cuya
letra inglesa era el autor, se había caído del programa a última hora.
Sinatra
entra en el estudio. Su presencia es perceptible incluso antes de que nadie le
haya visto. Así lo describe Ray Gilbert:
"Sentí detrás de mí algo parecido a
una onda de choque, no es que alguien hubiera abierto la puerta, porque ya
estaba abierta. Simplemente sabía que Sinatra había entrado en la habitación.
Él tenía ese tipo de presencia que la gente encuentra difícil de creer..."
Sinatra
viste un traje gris. Una elegancia imponente, como siempre. Se acerca al
micrófono y se afloja la corbata. A las 20 horas el director Claus Ogerman se encontraba dispuesto
ante una orquesta integrada por algunos de los mejores músicos disponibles en
Los Angeles. Entre los flautistas, una sección tan importante en los arreglos
de bossa nova, nada menos que figuras de la talla de Buddy Collette o Bud Shank.
Al piano Bill Miller un viejo
acompañante de La Voz y en la rítmica
Collin Bailey compartiría atril con Dom Um Romao, recien llegado de Chicago.
La sesión
comienza con el estandard Baubles,
Bangles And Beads. Después de la primera toma, se advierte a Jobim que debe
cantar más alto. Su voz casi no se escucha. Desde luego Jobim no es un gran
vocalista y además encuentra complicado cantar y tocar la guitarra a un tiempo.
Sinatra le disculpa ante el productor con una broma: "Debeís saber que Tommy (así llamaba a Jobim por aquellos tiempos)
no comenzó su carrera cantando para las multitudes en Polo Grounds..."
Sin
embargo en otros momentos de la grabación se ha de recordar a los músicos que ésta
no es una grabación cualquiera. Es necesario tocar lo más bajo posible "Esto no es Ring-a-ding-ding..."
indica Sinatra a los músicos queriendo decir que ésta no es la típica sesión de
swing a la que pueden estar acostumbrados en los estudios de Los Angeles. El
propio Sinatra dice: No había cantado tan bajo desde que tuve laringitis...
Éstas son las exigencias de la música de Jobim a las que Sinatra se pliega sin
rechistar, porque intuye que el éxito de la grabación reside en el pleno
respecto a la esencia de la música del maestro brasileño.
La sesión
sigue con el clásico de Cole Porter I Concentrate
On You, a ritmo de bossa nova. Jobim bromea: Esta es la canción más bonita
que he compuesto. Sinatra rie y el ambiente se relaja. Sinatra recuerda cuantas
veces ha cantado esa canción y como adora su melodía. La grabación se detiene
por un momento cuando llega al estudio Mia
Farrow, la nueva esposa de Sinatra, con su madre, la también actriz Maureen O´Sullivan.
Después
llega el primer tema de Jobim: Dindi.
Una hermosa canción que Sinatra interpreta con los ojos cerrados. El
co-productor Ray Gilbert ha escrito
la letra inglesa de esa bella melodía, una de las favoritas del público
norteamericano, que Jobim compuso para la cantante brasileña Silvinha Telles, gran amiga del
compositor y que ha fallecido apenas un mes antes de la sesión con Sinatra. Un
momento muy emocionante para Jobim y para los brasileños presentes en el
estudio.
Tras un
descanso, llega Change Partners, otro
clásico del songbook modernizado con
los evocadores ritmos brasileños. Con este tema acaba la primera sesión de
grabación.
Durante
las dos noches siguientes se graban el resto de los temas programados: Quiet Nights (Corcovado), Meditation, If You Never Come To Me, How Insensitive (Insensatez), Once I Love y, por supuesto la ya célebre Garota de Ipanema (Girl From Ipanema), el gran hit del álbum Getz-Gilberto, con letra inglesa de Norman Gimbel que en aquel álbum fueron cantadas por Astrud Gilberto.
Finalizadas
las grabaciones Sinatra invita a todo el equipo a una cena. La magnética personalidad
de Sinatra se proyecta en todos los aspectos de su vida. Ahora tocan las bromas
y las risas. El mundo gira a su alrededor. Es el mundo de Sinatra, los demás solo viven en él...
Reprise publica el disco con el
nombre Francis Albert Sinatra - Antonio Carlos Jobim. El nombre
compuesto del brasileño, obliga a Sinatra a recurrir, por vez primera en su
carrera, a su segundo nombre. No iba a ser menos que Jobim.
El álbum vende muy bien y alcanza
un respetable puesto 19º en las listas de éxitos. No está nada mal, habida
cuenta de que para Sinatra, el Nº 1 en el hit
parade, pertenece al pasado. No hay que olvidar que ésta es una época
complicada para el cantante. El rock copa las listas de éxitos y el tiempo en
las emisoras de radio. Sinatra trata de mantenerse a flote, incorporando a su
repertorio los nuevos éxitos del pop y del rock, que los jóvenes prefieren
escuchar de sus autores y no de un hombre que podría ser su padre. No obstante
con sus últimos discos, That´s Life,
Sinatra at the Sands o Strangers in
the Night, todos de 1966, Sinatra consigue permanecer exitoso en la era de The Beatles
y del advenimiento del rock. Pero los tiempos están cambiando y el futuro del crooner clásico es incierto. Sinatra
está condenado a dejar de ser un cantante de moda, para consagrarse como un
clásico, pero a estas alturas todavía no está preparado para aceptarlo. Por
eso, su disco con Jobim, es un bienvenido éxito comercial en una época de
zozobra que amenaza con hacer naufragar la carrera de este gran artista. El
disco es incluso nominado en 1968 para el premio Grammy, pero finalmente lo ganan The Beatles. Los días eran así...
Público y crítica son unánimes en
sus alabanzas y hay sobrados motivos para ello. Por una parte Sinatra ha sabido sumergirse en la verdadera naturaleza de la
música de Jobim, sin pretender traducirla a su propio lenguaje musical. Pero
también, esas encantadoras melodías, en la voz de Sinatra, cobran una nueva
vida, una nueva esencia sofisticada y seductora. De alguna forma, aquella música
de lejanos orígenes, queda consagrada por la autoridad de una de las más
grandes personalidades musicales del siglo XX.
A finales
de 1967, Sinatra invita a Jobim a uno de esos extraordinarios especiales
televisivos que presenta por aquella época. La otra invitada de lujo en aquel
programa es nada menos que la cantante Ella Fitgerald. Sinatra, relajado, con
un cigarro en la mano. Jobim, con una guitarra. Ambos, sentados frente a
frente, vestidos de smoking, en un
ambiente de intimidad y complicidad, interpretan fragmentos de algunos de los
temas del disco: Change Partners, Quiet
Nights of Quiet Stars y The
Girl From Ipanema. Ochenta millones de espectadores son testigos del encuentro.
Antonio Carlos Jobim, ya es una
celebridad en Estados Unidos.
OUTRA VEZ
Si en el
año 1967, los nubarrones del rock y de una nueva generación de artistas pop
comenzaban a amenazar la carrera de Sinatra, en 1969 la situación era francamente
preocupante para el crooner. Los años pasan inexorables. El abismo generacional
se agranda a pasos agigantados. Da igual que Sinatra se case con una
jovencísima actriz que simpatiza con movimiento hippie y con el no a la
guerra. Da igual que modernice su indumentaria o cante los últimos éxitos
del pop o del rock. Su álbum para Reprise The
World We Knew de 1967, confirma la tendencia. Alcanza el número 30 en la
lista de éxitos y se salva por el single Something
Stupid, grabado con su hija Nancy, curiosamente la misma noche en la
concluyen las sesiones de grabación de su anterior encuentro con Jobim.
Así que,
Sinatra y los ejecutivos de Reprise, piensan en reeditar el éxito del primer
encuentro con el compositor brasileño, grabando un segundo álbum que en esta
ocasión se titularía simplemente, "Sinatra-Jobim".
Para el
compositor brasileño, todo son buenas noticias, porque en esta ocasión, el
repertorio se compondrá de diez composiciones del maestro. Entre ellas, dos
clásicos: Desafinado, que había
quedado descartado en el anterior encuentro y Samba de Uma Nota Só. Ambas son composiciones de Jobim con su parceiro Newton Mendonça. Un gran
músico que falleció demasiado pronto para poder disfrutar del éxito de aquellas
seminales composiciones.
También
se interpretará otro clásico de las primeras grabaciones de Jobim, aunque menos
conocido para el público norteamericano, Agua
de Beber, Water To Drink en la
adaptación inglesa de Norman Gimbel.
Otro tema, Por Causa de Voce (Don´t Ever
Go Away), pertenece a una época inmediatamente anterior a la bossa nova. Un samba-cançao que Jobim compuso para la
diva brasileña Dolores Duran. Pero
además, para esta nueva cita, Jobim trae algunas nuevas melodías: Wave, Triste, Bonita, Song of The Sabia...
Son melodías que reflejan la evolución que la música de Jobim está
experimentado desde la pura bossa nova, representada en su primer disco, hacia
una música más compleja y ecléctica en cuanto a su inspiración y sus influencias.
Una música que, como pronto se pondría de manifiesto, representará un reto para
Sinatra.
En cuanto
al arreglista, en esta ocasión Jobim propone al joven compositor brasileño Eumir Deodato. Es posible que alguien
pudiera pensar que aquel inexperto
pianista y compositor de 26 años, no era la elección ideal para grabar
un album en Hollywood con el mismísimo Frank Sinatra, pero lo bien cierto es
que pocos conocen mejor la música de Jobim. En el año 1964, Deodato había
grabado para la discográfica de Roberto Quartin,
el álbum "Inútil Paisagem",
dedicado a la música del maestro carioca. El propio Jobim escribió en las liner notes del álbum "Dios mío, cuantas cosas ha dado Dios a
Deodato..." Jobim adora las partituras de Deodato y por ello fue
también su elección para los arreglos de los discos Tide y Stone Flower, que pronto grabaría Jobim para la discográfica CTI, de Creed Taylor.
Para los
preparativos del álbum, en esta ocasión, Sinatra otorga a Jobim el tratamiento
de un amigo. Le invita a instalarse en su casa de Palm Springs el refugio californiano del cantante por el que han
pasado todos los grandes artistas del cine y la música estadounidense de la época,
así como personalidades de la cultura y la política de su país, entre otros, el
propio John Fitzgerald Kennedy, antes de convertirse en presidente, desde luego.
Durante
aquellos días, Jobim intenta, sin éxito, ensayar las canciones programadas para
el disco, pero Sinatra esta cumpliendo uno de sus frecuentes contratos en Las
Vegas, así que vuela a todas las noches al desierto de Nevada y se lleva con él
a Jobim. Días fascinantes para el compositor brasileño. Copas, fiestas y
charlas hasta altas horas de la madrugada. Sinatra es un impenitente bebedor de
whisky Jack Daniels, que considera un
"elixir de dioses" Sin embargo,
Jobim lo considera un brebaje. Él prefiere el whisky escocés. En
cualquier caso, ambos lo consumen en grandes cantidades.
DE NUEVO
EN EL ESTUDIO
11 de
febrero de 1969. El mismo estudio, el mismo productor. Bill Miller de nuevo al piano. Otros tres días de grabación.
Sinatra ha ensayado con su pianista, pero se siente inseguro. Algunas melodías
son complicadas, impredecibles. Menos naturales y sencillas que la otra vez. El
productor Sony Burke, le sugiere grabar en overdub,
con la orquesta pregrabada. Ni pensarlo. Sinatra quiere sentir la orquesta,
interactuar con los músicos durante la grabación. Plantarse de pie ante la
banda y percibir en su cuerpo su fuerza, su impulso, como siempre ha hecho. Se
busca otra solución. Durante la grabación Sinatra llevará un auricular y Deodato, al piano, desde otro
estudio cercano, le guiará con algunas notas y acordes.
Las
sesiones se prolongan durante otros tres días, apenas nueve horas y finalmente
el álbum esta finalizado y dispuesto para su publicación. Todo ha terminado,
pero Sinatra no es tan optimista como la vez anterior sobre el resultado de la
grabacion. El propio Jobim piensa que las cosas podrían haber salido mejor.
Antes de
que el LP salga al mercado, Reprise
comienza la distribución de las cintas de 8 pistas que acaban de llegar de
Japón. Sinatra recibe los primeros ejemplares.
La propia portada del disco es
un sinsentido. Una fotografía de Sinatra ante un autobús de la compañía Greyhound. Probablemente los diseñadores
gráficos pensaron que quedaba moderno, pero nada tiene que ver con la música y
con el concepto de la grabación. El
cantante llama a Reprise y da una
orden contundente: Retirad el álbum. La decisión es inapelable.
Definitivamente, para Sinatra, aquello no funciona. Especialmente tres de las
canciones no dan la talla: Off Key
(Desafinado) que canta a dúo con Jobim, da la impresión de ser un diálogo
amoroso entre ambos. Bonita es otra
de las canciones que no agradan a Sinatra, aunque es una bellísima melodía.
Dicen que Jobim la compuso para Candice
Bergen cuando algunos años antes mantuvo un fugaz romance con la actriz, o
al menos se enamoró de ella. Y luego está The
Song Of The Sabia. Esta canción parece maldita. La ha compuesto Jobim con
su joven parceiro Chico Buarque. Después
de ganar el III Festival de la Canción de Brasil, es abucheada por el público que asiste al
evento, y que exige el premio para la canción presentada por el cantante Geraldo Vandré, de contenido
reivindicativo frente a la dictadura militar que desde hace años, padece el
país latinoamericano. Pero Sinatra
aclara a Jobim, que el problema no son las canciones, son hermosas sin duda, el
problema es la versión grabada por ellos. Algo no ha funcionado y ya nada se
puede hacer.
Así que
las cintas se retiran de los estantes de las tiendas de discos. El que ha
conseguido comprar un ejemplar tiene un tesoro que hoy se cotiza a miles de dólares.
El LP nunca llega a publicarse y las
cintas van a parar a algún almacén de Reprise
Records.
Pero en
el año 1971, cuando la carrera de Sinatra se encuentra en un momento crítico,
cuando sus nuevas grabaciones apenas venden algunos miles de ejemplares, se
rescatan aquellas cintas ya medio olvidadas, para el álbum Sinatra & Company. Por supuesto, los tres temas
malditos, quedan descartados, pero los otros siete temas, se publican en un
disco híbrido en cuya cara A, se incluyen los temas brasileños y en el lado B,
una serie de intrascendentes temas pop, arreglados por Don Costa. Tan extraño concepto no puede funcionar bien, pero, a la
postre ha permitido durante muchos años disfrutar parte de la obra grabada en
aquella segunda sesión. Por desgracia, tres canciones, quedan olvidadas. Aquel
mismo año, Sinatra se retira de los escenarios, aunque por poco tiempo...
No fue
hasta el año 1979 que el productor brasileño Roberto Quartin, publicó un doble LP, Sinatra-Jobim Sessions, sólo distribuido en Brasil que incluía la
totalidad de los temas, a excepción de Desafinado y, por otra parte, incluía algunos otros temas que nada tenían que ver con aquellas sesiones.
En 1998, Reprise publicó en formato compact disc, la integral de las grabaciones
de estudio de Sinatra para la discográfica, en el que se incluyen, por vez
primera. la totalidad de aquellas grabaciones.
Finalmente Concord Records, en el año 2010, publicó el álbum Francis Albert Sinatra-Antonio Carlos Jobim
The Complete Reprise Recordings, con la totalidad de aquellas grabaciones. Al
final, una de las obras maestras de la música del siglo XX, se encuentra
disponible para los oyentes del siglo XXI.
EPILOGO
Sinatra y
Jobim no vuelven a coincidir en el escenario ni en un estudio de grabación,
pero a pesar de todo siempre se consideraron amigos y se recordaron mutuamente
con cariño, respeto y admiración. No obstante, no faltaron algunos roces. En el
año 1980, Sinatra actúa en el Estadio Maracaná
de Rio de Janeiro. 170.000 personas asisten a aquel histórico evento.
Pero
Jobim rechaza la oferta de actuar al lado de Sinatra y se retira a su casa de
campo de Poço Fundo. El equipo de
Sinatra pretende que Jobim actue sin cobrar, pero lo que realmente duele al
maestro es que Sinatra no le haya invitado personalmente. Pero aquellas nubes
se despejan y siguen siendo amigos a lo largo de los años. En 1984, Jobim viaja
a Nueva York para tocar con su Banda Nova.
Sinatra, por su parte, actúa en el Carnegie
Hall y a pesar de que las entradas están agotadas, invita a toda la familia
de Jobim. Durante el concierto, un foco ilumina el rostro de Jobim y Sinatra lo
presenta diciendo: Me siento feliz por la
presencia entre nosotros del mejor compositor del mundo, Antonio Carlos Jobim.
Finalmente
en el año 1994, Sinatra pone el definitivo broche a su carrera discográfica con
la segunda parte del álbum Duets, nuevamente para Capitol
Records, la discográfica con la que Sinatra ha cosechado tantos éxitos en la
década de los '50.
Para aquella grabación final, Antonio
Carlos Jobim, pocos meses antes de su muerte, accede a grabar el tema Fly Me To The Moon, uno de los grandes
éxitos de Sinatra de finales de la década de los '60. Pero no coinciden en el estudio, porque por vez primera, en
estos discos, Sinatra canta en overdub.
Jobim graba su parte en Rio de Janeiro,
cuando Sinatra ya ha registrado la suya en Hollywood. Por cierto, tampoco Jobim recibe un dolar por
aquella intervención. A la muerte de Jobim en diciembre de 1994, Sinatra
declara emocionado: Mis experiencias musicales con
él fueron tan gratificante y creativas como las horas y horas que pasamos
hablando y meditando durante toda la noche. El mundo ha perdido a uno de sus
músicos más talentosos e innovadores, y yo he perdido un gran amigo.
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